𝘼 𝙨𝙚𝙚𝙧'𝙨 𝙙𝙞𝙖𝙧𝙮 ☾ 𝘼𝙣𝙣𝙚𝙡𝙞𝙨𝙚 𝙆. 𝘽𝙡𝙖𝙘𝙠

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    An Uncertain Future.

    Descendientes puros de la sangre Black, una consanguinidad cuyos orígenes surgieron en el Imperio Británico, época en que la causalidad del gen de la Videncia implicaba un misterio y al mismo tiempo, una rareza, volviendo a sus portadores blancos de cuestionamientos por otros magos, establecían que la definición de observar imágenes -manifestados en sueños, pensamientos o divagando en un plano distinto al que se conoce- no era algo posible, era imprecisa y probablemente la existencia de un tercer ojo o herramienta extrasensorial sólo era el resultado de una maldición que el linaje de sangre pura había sufrido por razones inciertas y -para ojos de una sociedad donde se desconocían muchos aspectos de la magia- poco relevantes. Otras lenguas rumoraban que los Black eran víctimas de serios trastornos psicóticos que distorsionaban su propia realidad, incluso, que justificaban su videncia como coartada para justificar la práctica de mancias prohibidas. Sea lo que fuere, sufrieron durante décadas la peor de las desdichas hacia su familia y marginaciones por su condición de Videntes, a tal escala, que muchos miembros de la familia llegaron a negar su apellido.

    Legado tras legado y con el paso del tiempo, los sueños y la visualización de presuntas imágenes sobre sucesos pasados, presentes y futuros comenzaban a cobrar sentido para el resto de la sociedad mágica que también ha ido desarrollándose como civilización, con ello, la reputación del linaje alcanzaba prestigio, vistos como un digno grupo de profetas, bendecidos con el don de la Videncia que muchos magos ansiaban adquirir por medios no genéticos, he aquí lo que dió pie a la búsqueda de prácticas adivinatorias más precisas; las cuales derivaron a resultados pocos exactos a comparación. La clarividencia incluso con la unión de otros magos de sangre pura, o incluso desglosándose en diferentes ramas de pureza de sangre el gen aún llegaba a permanecer activo en sus descendientes, es un poder que reside en la mayoría de los sucesores del tan renombrado apellido.

    He aquí con la sucesión de los hechos aparecería Amely Black, una bruja de sangre pura, la fémina de tez acaramelada y mirada áurea, portadora de cada uno de los misterios que esconde cada línea sucesiva del pasado, presente y futuro, sus cualidades mágicas le permitía escudriñar más allá de lo que otros podían, por medio de lo que tocaba; el renombre, el reconocimiento que sus propios atributos mágicos le otorgaban recaía sobre los hombros con todo el peso del apellido Black, se trataba de una bruja originaria de la casa de Ravenclaw, cuyo destino no lograría preveer ni por medio de incontables visiones, conocería al joven Edward Leblanc, un destacado mago de sangre pura quien ella se vió envuelta por su nobleza, elegancia y atención, desde el primer contacto -y una accidental visión- Black sabía muy bien que su alma estaría destinada a unirse con la de Leblanc por su eternidad, su vez que el varón llegó a verse perdidamente cautivado por el misterio que desprendía su compañera. Tal vínculo floreció hasta la adultez, quien, siendo consciente del peso y la gran influencia social que tendría el apellido Black en sus manos, decidió optar el apellido Black por igual, convirtiéndose en un “De Black”. Beneficiándose por aquella gran reputación como un impulso para dejar una marca indeleble como un mago aspirante a la más admirable grandeza, de cierto modo, la aspereza y deseos que enmarcaba su personalidad era tan opuesta a la de Amely, llegaba a contrastar en muchos aspectos.

    Su unión brindó el dulce fruto de la concepción de dos almas, la más joven nacida bajo un cielo invernal de un enero de 1978 bajo el nombre de Annelise Konstanze Black; quien crece durante sus primeros años bajo la influencia e idealismo de sus padres, especialmente con la constante admiración hacia su madre, de quien expectaba heredar el poder divino de la predicción, poderes que tal parecía no pretender despertar por el momento.

    Konstanze a sus cinco años podría describirse bajo una personalidad vivaz y aventurera, bajo adjetivos propios de la hiperactividad y sus derivados, alguien elocuente que no temía decir lo que pensaba -lejos de un mal sentido de la definición-, era la copia de su madre en cuanto a personalidad y aptitud, desplazándose con porte firme tras los pasos de su mayor, su ejemplo a seguir, Aiden Black. Pero, dada a ciertas circunstancias han llegado a azotar con tanta fuerza la imagen gentil en la que Annelise conservaba del mundo con sólo cinco años de edad, justo en el año del 83, la silenciosa muerte cubre con su velo sin benevolencia el frágil cuerpo de Amely Black, cuyo legado yace en su descendencia y un un secreto sin oportunidad de contar se desmorona con su alma.


    Sucesos, 20 de diciembre de 1983. Residencia Black.

    Amely acariciaba la mejilla de una Annelise rodeada por los firmes brazos de Morfeo, cubriendo su cuerpo con una manta lo suficientemente densa evitando el traspaso del frío. Tras el contacto con la fémina, la menor de los Black desembocó la apertura de un campo onírico, desprendiéndose frente a ella un hilaje de posibles futuros, un caudal de sucesos y emociones a flor de piel que ante el juicio inocente de la infante llegaban a sentirse reales, imágenes que apuntaban en una línea recta a un augurio de muerte, a modo de visiones se podría contemplar una escena protagonizada por una mujer tan familiar y reconocible para Black, que en ella causó el mayor de sus terrores a tan corta edad, era su madre. Un semblante puramente pacífico que acompañaba la ausencia de su alma en éste plano terrenal, eran manifestaciones accidentales de su propia condición que no lograba identificar, su mente procesaba los sucesos concedidos mientras su cuerpo ausente respondía al mal sueño con gotas de sudor fríos descendiendo por su sien, recorriendo en silencio aquel camino cargado de angustias y suplicios que anhelaba llegásen a su fin. La sesión finalizó con los gritos de alguien conocido y el dolor cefálico la arrastró hasta ésta realidad, un dolor poco común que amenazaba con taladrar su cabeza desde adentro.

    Black despierta con latidos retumbantes y arrítmicos en su pecho, una respiración acelerada; la compañía de una capa de sudor cubriendo su frente y la sangre seca que sobraba de su nariz eran los únicos testigos de una noche desgastante, aunque no recordase siquiera el porqué de su estado actual. Ella escapa de su desconcierto para entrar en otro, un alarido desgarrador latiga con brusquedad el silencio sepulcral que permanecía en el recinto Black, Annelise se levantaba con debilidad, aferrándose inicialmente al borde de la cama con sus manos tras un aparente mareo que la obligó a buscar estabilidad en algo, mientras los pasillos se teñían del invisible color de la incertidumbre, ella se desplazó tan rápido como podía para llegar hasta la habitación de donde se originó aquel grito, Annelise alcanzaba a escuchar su propia respiración agitada mientras se dejaba visualizar su propia silueta desde el umbral de la habitación entreabierta.

    -¡Amely! ¡Amely, por amor de Dios, reacciona!

    Annelise a sus cinco años es testigo de cómo la vida podría desmoronarse entre sus dedos, y arrebatarle las cosas que más quería, como podría derrumbarse un mundo entero en el sólo abrir y cerrar de ojos, cubiertos de lágrimas de negación e incredulidad.

    Amely Black yacía sin vida en sus propios aposentos.

    Un dolor agudo atravesó su sien nuevamente y un sentimiento de famirialidad -o deja vú- invadía su cuerpo, recorriendo un escalofrío que escalaba por su espalda en temor y advertencia a lo desconocido. Annelise conoce un nuevo miedo desconocido, a lo que es y será: Una vidente y haber heredado la maldición de saberlo todo.

    Esto lo había visto antes, o eso es lo que había creído.

    3
    Capítulo I, 1993.


    Otoño. Octubre, 1993. [7/03/2022]

    Déjà vu
    (S) Def. Sensación de haber pasado con anterioridad por una situación que se está produciendo por primera vez.

    El silencio puede ser ensordecedor cuando se pronuncia ante la ausencia de una respuesta, cuando la silueta de la incertidumbre aparece cubriendo la verdad bajo un manto de misterio, sentimientos fluctuantes entre lo que no es real y lo que parece sentirse como si se hubiese vivido antes, el conformarse a tal sensación era a la larga frustrante para la menor de la descendencia Black-Carrow, Annelise dejó de normalizar las hemorragias nasales y los dolores cefálicos que se tornaban cada vez más constantes y prominentes desde que comenzó a mantener mayor contacto con las personas dentro de Hogwarts, y con ello, su propensión a absorber energías ajenas y permitirse que sus emociones dispersas comenzaran a quebrar desde adentro, Black era más vulnerable de lo que demostraba —y desearía— ser.

    Y el mayor de sus cuestionamientos se reducen a la frecuente incógnita del desconocer lo que se encuentra más allá de lo que sus ojos profundos y perdidos alcanzaban a expectar, y aún su orgullo ata sus muñecas con cadenas de titanio frente una pelea inconsciente en contra de la resiliencia.

    Annelise, ¿Cuando podría caer en cuenta que reavivar su dolor sólo la convertía en la enemiga de su propia historia?

    Cuanto más contenía sus sentimientos, más a merced cedía ante ellos.

    Invierno, finales de diciembre, 1993; 12:15 AM [13/03/2022]

    Inseguridad, es fácil poner en tela de juicio y cuestionarse cada centímetro cuadrado que conforma la imponente estructura de Hogwarts, y más cuando, parece ignorarse tantas cosas que podrían estar sucediendo al mismo tiempo, es el presentimiento, un augurio de un riesgo inminente, la castaña podría intuirlo sin dubitar, y con un licántropo divagando por las adyacencias con plena libertad era prueba fehaciente de tal hecho.

    Annelise, siendo una joven que pese a su hermeticismo y carencia de confianza hacia otros, conoce perfectamente su mundo interior, está consciente de las cosas que puede perder y por las que —claramente— se encuentra abrumada en un océano de preocupaciones, esencialmente, por quienes considera su familia.

    La fémina de orbes océanicos no ha logrado definir si se trata de paranoia o intuición. Algo recóndito está surgiendo en medio del infausto, y el dolor cefálico parece pretender pasar factura contra ella, cual hecho punible que debía pagar por correr por sus venas la sangre de los Carrow.



    4
    Capítulo II


    Añoranza
    (S) Def. Deseo de algo o alguien cuya falta produce tristeza, pena, o nostalgia.


    Residencia Black-Carrow, 1987

    El tiempo no decursa en vano, los años del fatídico día todavía generan en la infante de hebras castañas la sensación de haber apenas sucedido semanas o meses cuanto mucho. Aunque, cada día transcurrido implicaba para ella procesar la muerte como un concepto más allá que el de sólo "haberse quedado dormido y no despertar más", a sus nueve años, empezó a interpretar aquellas palabras de su padre como un eufemismo para proteger en ella lo que restaba de su inocencia.

    Las ramas desnudas danzaban dando golpeteos contra los ventanales bajo la misma influencia del viento, quienes eran testigos únicos de una figura infantil desplazándose a lo largo de los extensos pasillos de la residencia Black-Carrow, la menor de la descendencia Black enfatizaba en sus pasos mientras abrumaba al silencio causado por la misma soledad del recinto, percibe un aire denso limitando su respiración y sus cuestionamientos ya se volvían parte de la resignación de pasar los días sin la presencia de su hermano, pues, había iniciado su primer año en Hogwarts. La falta de su padre era común para la castaña, y solía curar la ausencia con el consuelo de tener a su hermano cerca con quien, cuya compañía ya no contaba ahora.

    Se llena de valor para adentrarse por los pasillos, dando por hecho que su padre nuevamente había salido temprano, la casa estaba sola para ella, y en medio de su soledad concibe la idea de adentrarse a la cómoda de su progenitor, idea a la que rechaza descartar a pesar de las advertencias inconscientes dadas por el propio sentido común; sus pasos traviesos la guían hacia un nuevo destino, sus hebras castañas como hojas caídas del extenso follaje que cubren los suelos de Berlín bajo la brisa otoñal serpentean a merced de su andar, encontrándose con una puerta, al cual requiere de ponerse en puntillas para ganar unos centímetros extras y alcanzar la perilla, un "clack" resuena en medio del impetuoso silencio, y el chillido de las bizagras al abrirse rompen las cadenas del mutismo que inundaba cada metro cuadrado de la habitación, impregnado por un particular aroma a libros nuevos y cera de los zapatos recién pulidos de su padre, lejos de ser desagradable. Contempla los aposentos en las que alguna vez llegó a vislumbrar a la mujer cubierta por telajes blancos y envuelta por los brazos de un sueño eterno. —Un breve flashback se manifiesta, confundiendo la cama vacía y arreglada, impecablemente y sin arrugas, con el cuerpo inerte de su madre.

    La castaña observaba a ese punto de la habitación, pero al mismo tiempo, con una mirada vacía, divisando a la misma nada; Black rodea la cama a medida deambulaba por la habitación, la añoranza por sentir una vez más a Amely cerca se vuelve a presentar en un cúmulo de emociones floreciendo desde su pecho; buscaba algo entre gavetas y cajones que pudiera llevar consigo, un atisbo de las memorias de su madre en algún objeto de valor precioso —Sentimentalmente hablando—.

    Es cuando, en medio de una exhaustiva búsqueda, el halo solar que se filtraba desde las ventanas chocaban con la presencia de un cuerpo de plata que reflectaba contra su mirada, era molesta y la forzó a dirigir su atención en el origen de aquello, brillaba con vigor, y atrajo la atención de la infante instintivamente, llevando su mano hacia el objeto en cuestión.

    Era un guardapelo con detalles plateados que solía llevar su madre consigo, jamás había logrado verlo de cerca. Un delicado grabado con la inicial de la familia Carrow decoraba la pieza y en su interior se podía contemplar una piedra violácea, una amatista con una simbología desconocida para Black, pero daba su impresión de ser una especie de amuleto antiguo y personal, como si lleváse generaciones siendo heredada por antepasados, la fémina envolvió el mismo en sus manos, acunándolo contra su pecho.

    Súbitamente, cual flagelo latigando con violencia contra el subconsciente, la sensación de debilidad tras el contacto con la prenda comienza a inundar su cuerpo en una indescriptible sensación desencadenante de mareos y cefaleas, cae sobre sus propias rodillas en un fallido intento por hallar la estabilidad de su propio equilibrio, involuntariamente su conciencia es desplazada a un nuevo plano lejos de lo físico, donde, un destello de luz se manifiesta antes de sucumbir frente a la oscuridad misma, todo era negro, teñido de incertidumbre. Dado que, en medio de aquella visión sólo podrían alcanzar a percibir una voz conocida, de la mujer que era su madre, soltando un grito desgarrador entre sollozos.

    Se rompe el nexo existente con aquel campo onírico, trayendo a Annelise al plano físico, recobra el sentido de la realidad observando a los lados, buscando una respuesta a algo que hubiese escuchado a lo cual ella le costaría describir en medio del desconcierto, ya no recordaba qué, o quién, o si siquiera había escuchado algo. Sea lo que fuese, ya lo olvidó.

    La castaña observó una vez más el guardapelo que portaba entre sus dedos una vez más, sintiéndose inexorablemente más cerca de su madre.

    5
    1994-1995


    Otoño, mediados de octubre, 1994; 11:40 PM [21/03/2022]

    Los sucesos comienzan a dar lugar en pequeñas y difusas imágenes, entremezclándose entre ellas, un cúmulo de sentimientos que iban perdiéndose en un limbo perpetuo tras pronunciar aquellas palabras, frías.

    — Obliviate.

    Su cuerpo permanece colgado bajo el pleno estado de la inconsciencia, un previo desmaius había impactado a espaldas de la fémina mientras sufría el mayor de los pesares tras haber contemplado el cuerpo de su hermanastra desangrarse rápidamente, cubierto por cortes cuyo carmesí traspasaba su propias prendas blancuzcas y teñía las sábanas del mismo tono.

    En aquel punto medio entre la inconsciencia, una puerta a un plano onírico se abre, asomando un tenue haz de luz, cargado de sucesos que se extraviaban entre el extenso mar de la ignorancia de sus propias cualidades.



    Invierno, febrero 1995. San Valentin; 7:00 PM [31/03/2022]

    El aire invernal se filtraba por los milimétricos espacios de los ventanales de la enfermería, y una figura alta y esbelta se encontraba a su costado, buscando acomodo en una esquina de su cubículo —¿Qué hacía Diggory acá- No, espera... ¿Qué hago yo acá?— Cuestionó. Y es cuando, los recuerdos son difusos, se entremezclan con el intenso dolor en su cabeza pero lentamente van cobrando un panorama más lógico ¿Había perdido la consciencia nuevamente?



    6
    Capítulo III


    Resiliencia
    (V) Def. Capacidad en una persona para superar circunstancias traumáticas como la muerte de un ser querido, un accidente, entre otros eventos dolorosos y negativos.


    Residencia Black-Carrow, 1988.

    Diez años han transcurrido que un débil cuerpo florece en medio de los brazos de la vida, inundando la habitación a través de bulliciosos llantos anunciando sus orígenes. Abre sus ojos, un entorno desconocido, unas lágrimas saladas, un calor acogedor y maternal.

    Annelise Black-Carrow crece en el seno Black, una familia acomodada, caracterizados no sólo por un apellido importante sino sus ideales tradicionalistas y principios moralmente correctos —o era esa la impresión que deseaban difundir— es de ahí donde parte sus influencias y buena reputación conformado por sangres puras, se desarrolla bajo el conocimiento de la Videncia, para Amely —Su madre— sus propias cualidades jamás fueron dignas de deshonores o ignominias, llegó a convertirse en una bruja respetada, amante de la boticaria y de las prácticas de métodos adivinatorios, sea a través de las mancias, runas o estudio de la actividad astrológica.

    Y tal como fue descrito capítulos atrás, Annelise en su infancia podría describirse como una infante elocuente, entrañable, enérgica y vivaz; pero como cualquier suceso lejos del entendimiento de un niño, la muerte tocó las puertas de la morada Black-Carrow antes de tiempo, llevándose consigo, el alma pura de Amely Carrow con sus manos entrelazadas.

    La ausencia de Carrow afectó en diferentes escalas a los miembros de la familia Alemana; en Annelise, implicó un primer y único punto de quiebre, su óbito se llevó consigo la energía que alguna vez llegó a caracterizarla, envolviéndose dentro de una cúpula de ira contenida en hermetismo, la que iba creciendo con el pasar de los años, sin saber que eventualmente explotaría cual globo.

    Flashback, 1984. Habitación de Black.

    Un gusto a amargo atraviesa su garganta en reacción a lo que su mirada cargada de ira llegaban a divisar, imagenes que sucedían completamente al azar y que, una Annelise de seis años llegó a otorgarle su propio significado: La primera imagen que aparecía cual destello, su padre, una silueta femenina que aparecía desde las sombras, el hombre Black, rodeándola desde su cintura. Esa mujer no era su madre.

    Annelise despierta en medio de una presunta pesadilla —era realmente una visión— con un pecho que ascendia y descendía súbitamente, un hilo carmesí cayendo por su nariz, y un dolor de cabeza intenso, su vista perdida en medio de la desorientación, ¿Por qué despertaba tan acelerada? — Cuestionó. Incluso llegó a sentir miedo de volver a dormir una que otra noche.

    Fin del Flashback.

    Y es cuando, dicho día llega y la pesadilla se vuelve realidad, una figura femenina, erguida ingresa con resonantes pasos en el interior de la residencia Black-Carrow, y acompañaba a su padre.

    Una mujer, la cual se presentó con el apellido "Crouch", esboza una sonrisa maliciosa tras presentarse. Una sonrisa al cual, Annelise no sintió un atisbo de confianza. Algo había mal en ella, y dos figuras tras ella, aparecían, menores. ¿Sus hijos?

    De la infante miles de interrogantes evocan en su mente, ¿Quiénes son ellos?

    7
    1996.


    Invierno, Enero 1996; 10:12 PM [10/04/2022]

    Último año, y el ser otorgado el rol de delegacía para Black puede sentirse como un huracán de emociones, y hacer cuestionar la labor que se desempeña como todo, menos uno honorable cuando se trata de lidiar con la constante frustración de sentir que todo el trabajo invertido en su deber ha sido cuestionado por recién ingresados que apenas conocen las cualidades mágicas que corren por su sangre, una bola de ignorantes, siente pena por ellos. Aunque, como hermana del medio y mayor al mismo tiempo, quiere implicar una figura ejemplar para Dasha. Algo así como la sensación de familiaridad se manifiesta tras un momentáneo nexo físico que une a ambas castañas, son visiones — ¿Cuándo Annelise dejará de normalizar estos escenarios cada vez más recurrentes?

    Dasha... ¿Acaso acabas de gritar?— Su voz temblorosa se adecúa a los sentimientos confusos que generó esa primera visión en casi un año ¿Es acaso un sueño? — No... Espera..- ¿De qué estábamos hablando?



    Primavera, Marzo 1996; 8:27 PM [13/04/2022]

    — ¡Y esas son las tres mancias prohibidas! — Pronunció el hombre de hebras platinadas, aquel enigmático cuya carisma avivaba los intereses ocultos de Black por su conocimiento, el dulce néctar de lo desconocido, aquel que no está permitido divulgar. El profesor, quien parecía haber conectado con los intereses de la fémina, decide llevarlo a un punto más allá de lo teórico, y Annelise por supuesto estaba dispuesta a guardar el secreto.

    Practicar una mancia prohibida, la más leve, y el cual sigue siendo igual de severa de las tres: Demonomancia ¿Hace falta describirlo? Es más sencillo dejarlo en la breve definición de la Adivinación por medio de los demonios, crear un pequeño altar, conformado por ciertos artilugios que, con su activación, abrirán un nexo al portal invisible de los muertos. No todos los muertos son seres amables, y Black, bajo el inconsciente manto de ignorancia sobre la existencia de su tercer ojo, pudo observar cosas que otros no podrían haber logrado.

    Su ojo aún cerrado, puede permitirle avistar cosas más allá de lo que a simple vista se ve, su cuerpo es sencible a la presencia de lo sobrenatural ¿Un nivel espiritual alto? No sabría describirlo a ciencia cierta. Escalofríos recorrían su espalda hasta la punta de sus dedos, el aire densaba a un punto que era imposible respirar, algo acariciaba su hombro ¿Era su imaginación, o tal vez vió alguna sombra humanoide a través del reflejo?

    Estoy segura de lo que ví, no estoy loca. — Pronunció la fémina a regañadientes, recuperándose de su propio estado de destemple que la estaba embargando.



    Primavera, Abril 1996; 4:50 PM [13/04/2022]

    — Demasiadas casualidades, muchas. No, no puede ser una. — Meditó la muchacha, avanzando a la par con un libro apretado contra su pecho.

    — Todo se manifiesta, son señales, podría estar segura de que no se tratan de meras casualidades ni contingencias. No soy paranóica, no es mi mente, soy yo.

    El mundo de Black da un vuelco, todo conectaba como pequeñas piezas de un rompecabezas cuya imagen cada vez iba tomando una ilustración más comprensible, las dudas acrecentan, sus respuestas se reducen en número, los caminos cuales caudales, representando un gran abanico de posibilidades se iban minimizando a uno solo, a una sola posibilidad. Y todo conectaba poco a poco, sus cabos iban atándose individualmente, desde los desmayos, los dejavús, la misteriosa conexión con las adivinas, los resultados obtenidos en la práctica de mancias tanto permitidas como prohibidas, la respuesta acababa siendo la misma: Videncia. No queda de otra que llenarse de voluntad e investigar por propia cuenta.

    Annelise está en un largo y complejo proceso de autodescubrimiento. Hay tantas dudas que ella misma desea resolver bajo la iniciativa de su propio mérito.

    En la biblioteca están las respuestas a tantas dudas, abre tus ojos, llegó a expresar una respuesta en su práctica de demonomancia.

    Cual bofetada, golpea su consciencia y arranca de sus ojos las oscuras vendas que mantenían cualquier verdad oculta ¿Es ella la segunda descendiente del gen clarividente de los Carrow?





    8
    Capítulo IV


    Suspicacia
    (S.) Def. Circunstancia o persona propensa a sospechar o ver mala intención en lo que dicen o hacen los demás.


    Residencia Black-Carrow Crouch, 1988.

    Algo estaba mal en la fémina de apellido Crouch, Annelise sentía el amargo gusto de la traición impregnarse en su boca. La mujer de rasgos refinados, elegantes, imponente divisaba a la castaña con mentón en alto y mirada afilada. Hasta parecía luchar contra sus propios deseos de no esbozar una sonrisa maquiavélica, una que parecía transmitir un augurio de muerte que se aproximaba sin previo aviso a las puertas de un recinto que consideraba suyo, su paz estaba comprometida.
    Un sentimiento florecía en su pecho, cual brumo, hirviendo su sangre desde dentro, emanando desde sus poros a la plenitud de sus diez años el fruto de la impotencia.

    Y Black no estaría dispuesta a presentarse al mundo como una Crouch.
    Por respeto a la memoria de su madre,
    Por el valor detrás de su pasado,
    Por el vacío inconsciente de una historia jamás contada.

    Algo despertó en la fémina, el fervor por pronunciar su descontento, la sed de justicia, los deseos por izar la bandera invisible en una acción bélica que no estaría dispuesta a perder, un posible capricho a ojos ajenos, para Annelise, una convicción. Para Crouch, un peñasco en su camino.

    Nadie en el Recinto Black-Crouch estaba preparado para el caos que se formarían entre las dos féminas, agua y aceite, fuego y hielo; las discusiones eran constantes y Annelise siempre denotó una imponente aura desafiante. Para Black, le costaba trabajo envolver su voluntad de fuego en sagacidad, era impulsiva, podría estallar en ira y arrasar con todo a su alrededor cual catástrofe, era presa de sus emociones, y Crouch sabía como llevarla a su límite, sobretodo en lo que respectaba a su osadía de burlar la memoria de Amely frente a la castaña.

    Su padre, llegó al punto límite de la situación, su madrastra podría ser demasiado envolvente en lo que respecta a conductas manipulativas, misma situación en la que, a la mujer de hebras castañas le tomaba el menor de sus esfuerzos convencer a Black del verdadero problema de su rebeldía.

    Su progenitor estaba cerciorado de una sola cosa: Annelise necesitaba disciplina. Y, con el pasar de los días, el búho golpeteando con su pico los ventanales a la habitación de Annelise era la respuesta a su problemática, llevaba consigo una carta.

    Pero la carta no era de Hogwarts, sino de Durmstrang.

    Y para Annelise no implicaría un camino sencillo, ni para ella, ni para los misterios que estaba por desvelar con respecto a sus —para entonces— escasos conocimientos de la Videncia.

    9
    1997-1998


    Su cuerpo estremece, veía figuras envueltas en sangre, una escena desagradable, turbia, un gusto amargo en su boca.

    "Hay cosas que es mejor no saber."

    Abril, primavera de 1997. Media luna.

    — ¿Funcionará? — Pensó para sí misma, dubitativa, ella misma alimentaba sus sospechas a una situación que se tornaba más claro e inequívoco, la figura de hebras azules despertaba sus sospechas, más allá del halo misterioso que desprendía. Había algo mal en él.

    Black, tras presentarse, extiende su mano derecha con propósito de formalizar la misma —un gesto poco propio en la fémina, pero que Swain en su desconocimiento, ignoraba aquel dato.—

    Ezio, prescindiendo de las dobles intenciones de la castaña, estrechó sus manos, estableciendo el contacto entre ambos.

    Se apertura un nexo frente a Annelise en su estado físico de trance, su alma y consciencia derivan en medio de imágenes que representaban sucesos... ¿Pasados, futuros? — La alemana en el transcurso de su visión, logró determinar que se trataba de imágenes del pasado, en realidad, ella estuvo ahí, ella presenció aquello.

    En el presente plano físico, Annelise presionaba cada vez con mayor fuerza la mano del peliazul, y el, desconcertado e incómodo, se zafó del agarre de la profesora. Annelise regresa a la realidad, sintiendo como el hilo de sangre tiñe su nariz y labios de carmesí.

    ¿Fuiste tú el que atacó a ese hombre?

    ¿De qué hablas?

    La alemana permanece en silencio, procesando lo que recién sus labios expresaron, aunque a la larga parecía algo dicho en contra de su voluntad. De hecho, cuestionó lo que dijo— ¿Que era lo que había dicho? Al cabo de los minutos, olvidó lo que vió.

    Espera... Algo hiciste... Tu--... — Acalla, no recordaba nada más, sólo pudo apreciar al susodicho alejarse en dirección al interior del castillo.

    Habían cosas que era mejor no saber,
    Pero Black no sabía eludir el sentimiento de querer saberlo todo.




    10
    Capítulo V


    [... En redacción...]

    11
    1997 - 1998


    Noviembre, Otoño de 1997. Media luna.

    — El prefecto de Ravenclaw se encuentra desaparecido. — Una voz juvenil pronuncia causando conmoción y escándalos a oído de la actual Tutora de Ravenclaw.

    En su entera vida ha experimentado la semilla de la impotencia sembrada en su interior, un ultraje, incapacidad, cólera acumulada ardiendo desde cada vena donde recorre su sangre, cual sensación hirviente que emana de sus poros, y —aunque optaba mostrarse con semblante serio ante cualquier adversidad— Black deseaba poder hacer más como tutora y vidente.

    Como vidente...

    Y el último rastro que quedaba de la presencia de ese par se encontraba en aquel peluche, que enlazó entre sus manos a la expectativa de poder encontrar algo que permitiése a la alemana dar con su rastro, enlazó sus dedos alrededor de éste, acariciando la felpa con la yema de sus dedos.

    Nada...— ¿Nada?... Nada.

    ¿No está funcionado? — Musitó para sí. La tensión de su mandíbula no se equiparaba a la tensión en el propio ambiente que —con acciones que captaron la atención de sus alumnas— había causado.




    Enero, Invierno de 1998. Luna gibosa.

    ¿Se ha molestado en saber cómo están Aiden, Stefan y su familia? — Cuestionó el hombre de hebras naranjas, con una sonrisa cínica. — La fémina no demoró en actuar bajo sus impulsos, una punzada atravesando su cabeza, un dolor agudo como si su ojo interno estuviese enviándole señales de algún mal augurio que estaba por suceder. Y, una vez más las cadenas invisibles rodeaban sus muñecas arrastrando un cuerpo débil al mismo abismo emocional, y no se contiene. Oye los gritos de advertencia pero no desea escuchar. Era Müller y ella.

    Y el simple contacto de sus delicados dedos aferrando al antebrazo contrario, desencadenó imágenes frente a sus ojos, uno tras otro, menos desordenados que antes, ahora, parecían visiones coherentes. Y sus labios palidecidos por el horror ante una escena sangrienta, donde el rojo predominaba un escenario fatalítico pronunciaban un augurio de muerte anunciado.

    La pobre aún ignoraba el entorno luego del primer ataque al Ministerio, tras el repentino escape del "Merodeador", discutía con John —O más bien, John discutía solo, él no era de su interés—. Fue hasta el instante en que abandonó el cuartel de Aurores, que el nudo en su garganta, el dolor de cabeza que intensificaba con creces y la constante sensación de que algo estaba por ocurrir escaló a su realidad, un miembro del ministerio se acercaba a ella, cual informante.

    ¿Annelise Black, compartes vínculo consanguíneo con el señor Aiden Black, de la O.C.C.P? — Preguntó la figura femenina, quien cuestionó a la espera de una afirmativa de parte de la castaña. A lo cual, Black asiente con la cabeza, su mal presentimiento intensificaba.
    Me temo informarle que el señor Black ha sido secuestrado en manos de "El Merodeador".

    Annelise entona sus ojos, con una sensación hirviente florecer y al mismo tiempo, abrasar su pecho, un escalofrío desliza por su espalda, deseando para sus adentros que la información no fuese cierta.

    Ni siquiera medió palabra con la mujer, el tacón de aguja de sus botas tomaron su propio rumbo resonando en el silencio que la fémina misma perpetuaba en medio de la incertidumbre y el desconcierto ante la supuesta desaparición de Aiden. Fue directamente a la oficina

    Vacío, sin rastro alguno de presencia.

    Los días pasaban, el nudo invisible en su garganta acrecentaba a tal punto, que el hecho de respirar se volvía un lujo, sus manos temblaban bajo el sudor frío con el sólo pensar de un resultado catastrófico, y su frustración, crece con el desasosiego de un corazón de latir arrítmico.

    El mundo de Annelise está pendiendo de un hilo demasiado delgado, y un mal movimiento, causaría que irremediablemente se desmoronara entre sus dedos.

    Para Annelise Black, ésta es la guerra.



    Abril, Primavera de 1998. Media luna.

    La misiva de Aiden anunciando su huída fue la calma después de la tormenta. Volver a ver al moreno, sentir que el desasosiego que arremetía con cual flagelo su estabilidad mental; la tortura tras la incertidumbre en definitiva llegaría a su fin, pero su tranquilidad no iba a retornar hasta ver a ese hombre tras las rejas, o muerto.

    Las puertas se cerraban y las paredes se encogían para Black: Con desconfianza en el cuerpo de auroría —O en sus dos compañeros— , sólo podía contar con Aiden para confiar sus hallazgos pese a las diferencias, encontronazos y riñas...

    El siempre va a ser su hermano.

    Y Aiden era el único que confiaba en sus capacidades, no era su intención decepcionarlo por no hacerle acreedor del conocimiento de su propia habilidad. Aunque él lo respetase, ella misma sentía vergüenza de su falta de accionar. Aunque, ambos videntes compartían las mismas visiones, algo era cierto: Ambos tenían el don de ver el porvenir, y ambos son una ventaja para el ministerio.




    12
    Capítulo VI



    13
    1998-1999


    Septiembre, otoño de 1998. Luna menguante.

    Todavía eres víctima de tus emociones, Black. — Su propia voz resuena en su mente, hostigándola.

    Débil, débil, débil. — Sentencian, una voz interna, era una conversación consigo misma.

    Tu primo ha sido secuestrado, ¿Qué harás?

    ¿Qué haré? — Cuestionó la castaña, el aire denso, el nudo invisible en su cuello, respirar era un lujo, se abrazaba a sí misma en el mayor de los esfuerzos por no caer en la notoriedad, Annelise estaba desmoronándose. Su segundo año como auror fue el más complicado, ser descrita a sí misma y a su familia como el blanco fácil era el golpe más bajo hacia su ego, y por supuesto que detestaba reconocerlo, desde lo más recóndito de su ser, odia las conversaciones internas, recurrir al autodescubrimiento y saber que está más llena de defectos que de virtudes.

    No se siente lo suficientemente útil.

    Y la situación se rebela en su contra, arrastra a Black en un cúmulo de emociones comprimidas en ira.

    Su poca tolerancia al fracaso se convierte en impotencia.

    Su impotencia se convierte en odio.

    Su odio se convierte en el más recio filo de una navaja con el iracundo deseo por derramar la sangre de aquellos que atenten contra su propia consanguinidad, su segunda víctima era Müller.

    Pero la primera víctima, mientras siga sumiéndose ante el océano de sus emociones, es y será ella misma.

    SPOILER (click to view)


    Octubre, otoño de 1998. Media luna.

    Caos, destrucción, muerte.

    La muerte es omnisciente, siempre está allí, y jamás deja de ser una posibilidad latente. El único requisito para morir es estar vivo.

    Ver muertes, caos, y una civilización desmoronándose frente a sus ojos podrían ser la peor de las perdiciones a las que Black se enfrentaba a observar con su don. No, no es un don todo el tiempo, podría llegar a ser una de las peores maldiciones.

    A veces saberlo todo no es una ventaja.

    A veces hay cosas que no vale la pena ser acreedora de conocimiento.

    La alemana atravesaba una encrucijada, ahora manejando en su conocimiento en las manos de un niño estaba el porvenir en Estados Unidos. Black se aferrará a lo que ahora sabe para manipular una vez más los factores que desenvuelvan aquel destino caótico.

    Es el preludio de una guerra.

    SPOILER (click to view)


    Marzo, Invierno de 1999. Cuarto creciente.

    Lo arruinaste de nuevo, ¿Verdad? — La voz creciente de su lado exigente asalta en su propia cabeza, era más habitual la tendencia a castigarse a sí misma.

    Pude ayudarlo, pude evitarlo, pude evitar su muerte ¡Mierda! ¿Por qué no lo busqué antes?

    Otra vez, la sangre brota de una herida invisible que se daba por sanada, cuando un nuevo invasor llega a irrumpir la paz interior de la castaña, reavivando el sentimiento calcinante de la culpa, una corona de espinas cubriendo su corazón, imposibilitando su respirar, hablar, sólo sentía.

    Culpa, eso sentía.

    El ápice de razonamiento que quedaba en ella bastó para optar por el silencio, para no permitirse caer en provocaciones, frente al vago intento por sonsacar a la castaña, mucho menos ante palabras necias cargadas de manipulación emocional que no son dignas de una explicación. A la única persona que le debía una justificación se encontraba metros bajo tierra.

    El primer encuentro formal con Edward Peverell se torna en desencuentro, el ambiente se tiñe de gris, y las emociones de la fémina se focalizan en profundo desagrado —y repugnancia— hacia el rubio. Y, efectivamente, y escudriñará por sus propios medios hasta desvelar la capa oscura que invisibilizaba la verdad frente a sus ojos.

    Sea como sea, el fin justifica los medios.


    [Si bien no hay un roleo de la HyC como tal, es necesario el roleo para justificar las futuras entradas que sí se hará uso de ella]

    14
    Capítulo VII



    15
    1999-2000


    Abril, Primavera del 2000. Luna menguante.

    — El futuro se desglosa por tantas vertientes, que como fieles navegantes de las turbias mares que conforma éste ente llamado destino, es complicado nadar a contracorriente de aquello que nos empuja a dicho destino.

    Pero jamás se ha dicho que fuera imposible.

    El don de la videncia puede ser cruel para Black algunas veces, no siempre advierte de todo. Algunas veces, le gustaría poder preveer sucesos realmente trascendentales para ella. La muerte de Mason es una herida cuya cicatriz quedará plasmada en la piel de sus recuerdos para toda la vida.

    Es víctima de un don en descontrol que latiga su mente en recuerdos turbios e imágenes tortuosas, y sin embargo, aunque no quisiese usarlo una fuerza mayor la obliga a recurrir a ella en un bucle sin fin, donde recurre a la fuente de su propio dolor para lograr aquello que no pudo con él.


    Y hoy, su motivo respondía al nombre de Ruben Aguilar.

    SPOILER (click to view)


    Julio, Verano del 2000. Luna llena.

    [Algunas anotaciones se encontraban escritas en Alemán por Annelise, con premura, una letra temblorosa, más que apresurada, parecía que ni sus manos respondían a sus esfuerzos por escribir.]

    "Un estudiante de la casa de Slytherin
    Sostenía una caja en sus manos, a su poder
    Parecía llevar una especie de negocio con un sujeto sospechoso
    Los estudiantes se llenaban de valor, los profesores acompañaban en su acción
    Los suelos de Hogwarts se llenarían de carmesí cuando la guerra llegáse a su fin."




    16
    Capítulo VIII



    17
    2000-2001











    20




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    Edited by Pisc3s - 25/6/2022, 02:40
     
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